¿Deseo excesivo por viajar? Si tu respuesta a esta pregunta es sí, y sos de los que únicamente piensan en armar la valija y recorrer el mundo, es muy posible que tengas dromomanía, la adicción que padecen todos lo que aman viajar.
Más allá de lo gratificante de viajar, la verdadera pregunta se centra en si es realmente posible volverse adicto a los viajes. En los últimos años son cada vez más las personas que tienen como meta recorrer la mayor cantidad de destinos, y ante esta necesidad, aquellos que no cuenta con el capital trabajan todo el año para poder cumplir ese tan anhelado deseo. Incluso la idea de viajar a otro país y trabajar allí de lo que se pueda, es igualmente gratificante para el amante de los viajes. Todo es válido con tal de alcanzar esa meta.
Ahora bien, viajar es definitivamente un generador de cambios y crecimientos, sobretodo personal, pero si tu único pensamiento se centra en decidir cuál será tu próximo destino, puede que realmente, a futuro, pueda desencadenar en un problema mayor. Es importante tener en cuenta que prácticamente cualquier afición o actividad puede llegar a convertirse en una adicción, lo que es clave poder regular ese deseo por recorrer el mundo. Según expertos, la mayoría de las personas adictas a los viajes, son aquellas que buscan escapar de las preocupaciones y responsabilidades. Por lo general, los factores que hacen de los viajes en una obsesión son sentir desarraigo social y vivir una vida alejada a la cual están acostumbrados.
Esto se debe a que la clave para vivir más feliz es generar recuerdos en base a experiencias y vivencias personales, las cuales suelen conseguirse al viajar. Pero viajar, ¿es la única forma de alcanzar la felicidad? En realidad el problema surge cuando hay gente que no se encuentra, que vive en una constante insatisfacción y cree que yendo a nuevos destinos se va a sentir mejor. Lo que estas personas no tienen en cuenta es que van a poder disfrutar mientras dure el viaje, pero en algún momento este va a terminar y van a tener que dejar de lado las fantasías, volver a su lugar de origen y enfrentarse nuevamente con la realidad, por eso muchos de los que viajan no regresan.
Los dromomaníacos, a diferencias del resto de las personas, no están genéticamente programados para asentarse en un lugar y quedarse. La idea de vivir en comunidad no es esencial para ellos. Ahora bien, esto trabaja de una determinada manera en nuestro cerebro; el gen que controla la dopamina DRD4, tiene una mutación específica que se encuentra en alrededor del 20% de la gente y, según un articulo en National Geographic, los hace más propensos a tomar riesgos, probar nuevos alimentos, consumir drogas y descubrir nuevas cosas. Al ser sólo un 20%, no todos están programados para aventurarse en lo desconocido, o en este caso, pasar gran parte de la vida viajando.
¿Cuándo es conveniente dejar de viajar?
Pasarse toda la vida viajando es el sueño de muchos, sueño que algunas personas logran cumplir pero también es necesario saber cuándo parar. cuando alguien pasa muchos años viajando de un destino a otro, es difícil decidirse por quedarse en un solo lugar, encontrar un trabajo satisfactorio y significativo, socializar con todo tipo de personas y todo lo que significa ser un ser social, compartiendo con el resto del mundo e inclusive, con la posibilidad de formar una familia.
Otra vez las responsabilidades y las rutinas forman parte de la vida de la persona, lo que muchas veces vuelve a generarle insatisfacción provocando que esa idea de viajar, se adueñe de sus pensamientos nuevamente. A partir de ese momento es necesario poner un freno, ya que de lo contrario se convertirá en un ciclo sin fin. Estar queriendo huir todo el tiempo no es el mejor plan para nadie que busca progresar en la vida.
Es importante hacer hincapié en que lo bueno de viajar, es salir a conocer el mundo. Pero es necesario también saber el lado negativo de esto, y no hacer de una experiencia positiva, algo malo para la vida de las personas.