Existen muchos destinos para realizar turismo espeleológico en el país. Pero uno de los más famosos y bonitos es en la Caverna El Sauce en La Falda. Pasen y conozcan.
Adentrarse al conocimiento
La espeleología es la ciencia que explora y estudia las cavidades subterráneas. El turismo espeleológico, entonces, es el orientado a conocer estos mundos subterráneos. Según la Federación Argentina de Espeleología, en el país existen alrededor de cuatrocientas cuevas y cavernas catastradas, pero solamente unas pocas están habilitadas al turismo.
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La Caverna El Sauce, de un tiempo a esta parte, se convirtió en un destino único en esta materia siendo el segundo más visitado en el país. Ubicado a 8 km al oeste de la ciudad, dentro de un predio privado, la caverna de carbonato de calcio tiene 800 metros de largo. En su interior, puede observarse como tuvo -durante siglos- varios ríos subterráneos que desaparecieron en el tiempo, por una serie de movimientos geológicos.
Viaje al centro de la tierra
Fue descubierta accidentalmente por trabajadores de una cantera, hace unos 60 años. El lugar se constituye por una enorme cavidad subterránea, que se interna dentro de la montaña a través de grietas angostas, frías y oscuras que descienden alrededor de 50 metros para llegar hasta los rincones más profundos.
Los guías llevan a los turistas por todo el recorrido, que culmina en la Sala de las Fluorescencias, una cavidad muy profunda donde se deben apagar las linternas. Allí pueden observarse cómo los cristales logran retener parte de la luz para emitir destellos. El lugar presenta diversas formaciones carboníticas, pero a diferencia de otras no tiene estalactitas ni estalacmitas.
Lo que sí tiene son formaciones coralinas, similares a corales de mar, repolladas y elitistas (creadas por la circulación de aire). Para descender por ella, se necesita de ropa adecuada, ya que la temperatura de la caverna se mantiene a 13 grados centígrados con una humedad del 96%. Y para aquellos miedosos, no hay posibilidad de desmoronamiento por su sistema de bóvedas que tornan su estructura muy estable.
Quienes lleguen hasta allí, podrán disfrutar de dos tipos de circuitos: uno más accesible y preparado para toda la familia y otro con mayores obstáculos, donde se necesita mayor destreza física. Ya sea una u otra, duran una hora y media en su recorrido.
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